La gente antigua buscó lugares apartados para perfeccionarse y purificarse, de acuerdo a un muy antiguo mandato por el cual es necesario hacerse "humano", a partir de la tosca animalidad.
Esta forma pura de vida es en sí misma un mantra, o sea, una manera de liberar a la mente del flujo constante de pensamientos que la confunden.
Esta forma de vida no tiene efecto completo si su práctica no es supervisada y autorizada por un maestro competente -chamán-, respaldado a su vez por un larguísimo linaje de maestros, los chamanes antepasados.
El ejercicio de ascensión y purificación espiritual garantiza la vida plena y la eternidad del ADN.
Para que sea efectivo debe desarrollarse en lugares particularmente bellos, que benefician a la gente con su influencia espiritual.
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